Un pequeño poema de hace ya algunos meses.
I. Olfato
Doblaste la esquina oliendo a salitre,
A jabón, a espuma,
Olías como los libros nuevos recién abiertos
O como esos viejos que llevan tiempo sin abrirse.
Pero he perdido el olfato; o nadie huele a nada después de ti.
II. Oído
Tus andares recordaban al batir de las alas de los pájaros,
Escuchaba el rozar de los pétalos de las flores que llevabas en el pelo.
Y no hubo nada luego
Sólo un silencio blanco, envueltos entre las sábanas.
Y al final un silencio negro, envuelta entre tus gritos y tu voz,
Que es mi única música.
III. Vista
La ceguera me invade sin remedio, ya no puedo ver
Ni la luz, ni la nieve, ni el color de tu boca desde lejos.
Me arrancaste los ojos y te los metiste en el bolsillo, y te fuiste con ellos a buscarme en otros brazos.
El no tenerte y saber que aún existes es una niebla de humo sucio
Como un frío, inamovible, e imparable glaucoma en la garganta.
IV. Gusto
Agua.
Sabías a agua; fresco, revelador, sencillo, necesario.
Pasó el tiempo y fuiste siendo aceite.
Denso, pesado, sucio, lento.
EL último día mirarte era como lamer petróleo.
Negro, caliente, amargo, horrible.
Tóxico.
V. Tacto
Me tocaste el corazón con manos de santo,
Y aunque tocar el tuyo dolido me costó,
Al final descubrí que sólo quería sentir el tacto
De mis pechos alojados en tu espalda ajena.
Aunque ya todo sea áspero,
Me queda el recuerdo de tu suave piel contra mis labios.
¿Es esto todo lo que queda después de tantos años?,
Un dolor reseco, una tristeza dura y arenosa.
Muy bueno, como no podía ser de otra forma.
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