Poesía, literatura, pintura, viajes, historia del arte, medicina, política... Un poco de todo y un poco de nada.

domingo, 6 de marzo de 2022

Increíble.

 En estos días que nos ha tocado vivir (malditos días); aunque, a quién quiero engañar, hace meses o quizá años que lo pienso... 

Me siento en el suelo con las piernas cruzadas y observo anonadada y absolutamente incapaz de comprender, como si fuese una niña de cinco años observando a un político extranjero dar un mítin, o un alienígena de Ómicron Persei V contemplando una clase de historia del arte, digo, que me siento y observo y no comprendo cómo el resto del mundo sigue viviendo y no parece ver la nube que se nos cierne. "In awe", como dirían nuestros malditos primos americanos, les miro ver películas, reír, cocinar tartas y opinar sobre el último disco de su banda favorita, compartir fotos de gatitos, tomar copas tan tranquilos en una discoteca, y juro que no entiendo qué les pasa, si están ciegos o sólo se tapan los ojos como el monito de whatsapp. 

Porque yo hace meses que barrunto, y en las últimas semanas a veces no puedo ni dormir, que qué sentido tiene pensar en el mañana y decidir si ésta persona es la que quiero para siempre o si me compro una casa en el campo o en el centro, o si ahorro para viajar el año que viene, cuando quizás no haya año que viene. Cuando quizás el año que viene estemos contemplando cielos verdes y aire ionizado, cuando quizás cualquier noche nos despierte de nuestro apacible sueño europeo un sol nuclear y el ruido de las bombas llame a nuestra puerta... Y si el invierno nuclear no nos salva, tranquilos, que dentro de treinta años el aire será irrespirable y vuestras casitas en la playa habrán sido arrasadas, y el verano no será una época de solaz y asueto sino meses de huir de un sofocante calor que no nos dejará vivir, como quien huye ahora del fuego de las bombas. Y lo peor de todo esto es la apabullante y tremenda sensación de incertidumbre y a la vez de inevitabilidad. 

Todo eso pienso cada día. No me explico cómo consigo dormir, la verdad. Es increíble.