Poesía, literatura, pintura, viajes, historia del arte, medicina, política... Un poco de todo y un poco de nada.

domingo, 24 de junio de 2018

Aprendí a quererte como quiero a mi madre: con resignación. Conformándome. Porque la tengo, porque te tengo, y sólo por tenerte los astros están alineados y el cosmos merece fiesta y ofrendas y fuegos artificiales. Porque, como mi madre me enseñó, aprendí a ser agradecida y celebrar cada partícula. Porque la tengo, porque te tengo, no voy a ser además tan engreída como para pedir que este amor sea real. Porque, como buena niña adolescente, aceptaré las migajas y me diré "completa" *. Porque qué más da, si me quieren, mientras me quieran, qué más da que me quieran bien o mal, mientras me quieran.





* Olivia Gatwood - Teenage girls. 

Telarañas



domingo, 17 de junio de 2018

Ryanair: low expectations, made simple.

Me sorprendo a miles de metros de altura
hablando de nuevo de tu perfil cincelado,
de tus manos morenas,
de tus ojos,
del complejo ovillo de lana que forman tus rizos, tus miedos, tu inseguridad, tu dulzura,
de tu dedo meñique.
de tu amor por la música,
de ti.
De cómo te has convertido con el paso de los años en un cofre inexpugnable cerrado con siete candados,
y de cómo no descansaré hasta abrirlos
o hasta que al cofre le salgan patas y se escape corriendo por el pasillo
y yo me quede aquí.
Sola, sin más que hacer que lamentarme
por todas las flores muertas, los regalos sin venir a cuento que nunca intercambiaremos, las tardes pasadas a media luz en mi cama que nunca volverán a repetirse, todas las veces que no te devolveré a casa de noche en mi coche antiguo y ya no cantaremos juntos, todos los besos que nunca más me vas a dar, los conciertos a los que no iremos, y no podrás reírte de que me he tomado una cerveza de más, ese viaje a Dublín que nunca vamos a hacer juntos, todo;
Y lo cocinaré todo en los fuegos del infierno y me lo tragaré todo de un bocado, y quedará para siempre en mi estómago el peso de las cosas que nunca hicimos.
Me dices que tienes miedo de permitirte amarme porque no me quieres hacer daño,
y yo me muerdo las mejillas para no gritarte
que no puede haber nada más yermo que esto,
nada peor que amar a alguien que no te corresponde,
y mírame, aquí sigo, sonriendo.
En su lugar, te digo
que he superado cosas peores, que me han roto el corazón y he conseguido recomponerlo y amar de nuevo, que salí del infierno así que saldré de ti, quizás algo despeinada y con algún arañazo, pero saldré, y volveré a amar, y volveré a intentarlo, y seguramente volveré a cometer los mismos errores.
Porque yo misma soy un error, un conjunto deforme de taras y carencias, un bulto en el espejo.
Porque sí, quizás sea cierto, quizás me olvide de tus manos, de tus ojos imposibles, de tus largos fémures y de tu voz redoblada, quizás me olvide de las salas de conciertos, de compartir palomitas contigo, de aquel fin de semana en Edimburgo, de las tardes en mi cama, del tacto de tu piel, quizás, pero joder, qué aburrida va a ser la vida una vez que te hayas ido.

Y por qué, maldito corazón angustiado, dime por qué mis manos sólo dibujan miserias y manchas negras. Por qué te miro y parece que ya te estás marchando. Por qué mi estómago me pide escribir sobre tu pérdida, aunque aún puedo besarte cuando quiera, por qué este corazón vacío y anhelante de ti no emana más que tóxica impaciencia, por qué todos los poemas suenan a despedida.

Quizás sea porque cada día me dices adiós un poquito, aunque tú no te des ni cuenta.
O quizás realmente no pase nada, que a veces todo es tan normal, y al final te asustaré y haré que te marches usando estas manos llenas de ventosas, y esta boca llena de preguntas.

sábado, 9 de junio de 2018

Esta noche hay tormenta en Alhucemas.

Esta noche hay tormenta en Alhucemas.

Así solventa Google la polémica, y así termina de un plumazo con el misterio de esos destellos amarillos que vemos al final del horizonte, más allá del mar opaco. Ya no es el fin del mundo, ni la venida de algún monstruo Lovecraftiano, ni la muerte de una estrella.
Es sólo que
esta noche hay tormenta en Alhucemas.

Sin embargo, seguimos imaginando, inasequibles al desaliento.
Aunque llevar una carta estelar en el móvil no deje lugar a dudas de que aquella, seguro, es Júpiter, y debajo, Antares (y yo, tonta, pensando en que era la estrella polar, aunque estemos en Junio). Y mira, justo encima de nosotros, la osa mayor, y al lado, Vega.
Y otra, más allá, extinta. Recibimos aún su luz a modo de herencia extemporánea. Quién pudiera morir y dejar como cadáver sólo un punto luminoso.
Y te pregunto si irías al espacio, y me dices "por supuesto". No esperaba menos de ti. ¿Y habrá vida extraterrestre? Seguro. ¿Y serán como nosotros? Ah, ahí...
De fondo, la tormenta. En la punta de la lengua, cada palabra es un mordisco de hojalata. Al mismo tiempo, te observo, y te admiro, y me lleno de tu voz, y guardo cada beso en un sitio muy secreto. Y hablamos de la vida, del tiempo, del mundo, pero no de tus agujeros ni del cómo estás teñido de tristeza. O, al menos, yo desearía no haberlo hecho. Porque pregunto demasiado, demasiado, demasiado, y los dos lo sabemos.

Al final de esa noche, cae una lluvia fría y repentina, como un presagio, o un punto en la boca, o un punto final.

miércoles, 6 de junio de 2018

Qué bien le sienta a tu perfil cincelado este crepúsculo naranja, 
y estas nubes inflamadas y eléctricas, cómo recargan
las bobinas de mi pecho
y cómo cierran el circuito enlazado entre nuestras cinturas.

Yo te querré deshecho,
te querré en la roca viva,te querré en todos los versos
que no quieran tus pupilas,
yo te querré en la acequia, te querré en la cumbre fría,
te querré cuando el fantasma de tu voz venga a por mí.