Poesía, literatura, pintura, viajes, historia del arte, medicina, política... Un poco de todo y un poco de nada.

domingo, 21 de octubre de 2018

(Próximo SLAM de Poesía 26/10/18)

NOSOTRAS

El maldito despertador.
El espejo.
El exfoliante facial, la base de maquillaje, la sombra de ojos, el colorete.
El pintalabios más caro de la historia.
El vestido perfecto.
El no desayunar.
El café, con sacarina.
Las miradas.
El miedo a las miradas.
¿Qué me pasa? ¿Se me habrá corrido el maquillaje?
Contestar mails de trabajo en el tren, en el bus, por la calle, yendo a comprar el pan...
La lista de la compra mental, siempre actualizada.
La agenda a reventar.
Pensar en qué comerán los niños antes de pensar en qué comerás tú.
El por supuesto, jefe, ahora mismo voy.
El miedo.
El carmín en la solapa.
Tacones desde los dieciséis, juanetes desde los cuarenta, y desde los sesenta tanto dolor que hay días en los que no puedes ni levantarte la cama.

El bótox, el lifting, la crema antiarrugas por setenta euros,
arreglarse las cejas, las tetas, los labios,
quitarse un poco de aquí, un poco de allá, tirar de esta piel, de esta arruga, de aquella de allá…
Y, al final llega un día en que te mires al espejo y no te reconozcas.


El vientre estéril y las preguntas, las malditas preguntas.
El: “no se es mujer del todo hasta que no se es madre”
“¿cómo puedes no querer ser mamá, si te cambia la vida?”.
“ya cambiarás de idea y te empezará a sonar el reloj”
“espabila, guapa, que se te va a pasar el arroz”


O el “habrías llegado tan lejos si no hubieras tenido hijos”
“qué exagerada, si tener niños es lo más bonito de la vida de una mujer”
“qué lástima, con lo inteligente que tú eres”
“qué lástima, con la carrera que tenías por delante”.


Las normas.
Las férreas normas.
Siempre ceñidas a este cinturón de castidad imaginario, siempre en el ring peleando a puñetazos…
Siempre recibiendo arañazos,
siempre,
contra viento y marea,
una de cal, y otra de arena.
Delicada como una flor obediente,
pero siempre, siempre fuerte.
Independiente,
pero en silencio,  
perfecta,
pero sin ocupar espacio, sin llevar tiempo, sin pedir nada.


Y te dirán: No levantes la voz, las señoritas no gritan, no digas palabrotas, no te sientes con las piernas abiertas, no corras, no saltes, no te ensucies, no te lances, no le beses, no te dejes, no protestes, no te quejes, no denuncies, no te vayas,
Cállate.
Muérete.
Hazte transparente.


La mano del hombre al que amas

volviéndote la cara.
Las lágrimas.
La ropa interior rasgada.
El silencio.
El puño del mundo en tus entrañas.


Y mientras seguimos obedeciendo, y esperando, 
nos siguen matando. 
Pero a nosotras no nos matan los hombres,
los hombres sólo accionan el gatillo, o empujan el cuchillo
A nosotras nos mata el patriarcado,
ese monstruo que quiere borrar de la faz de la tierra a la mitad del mundo; la mitad del mundo que grita, que chilla, que patalea,
la mitad incómoda del mundo.


la mitad del mundo que da vida.

Nosotras.


Nosotras que os hacemos la comida, os lavamos las camisas, os limpiamos la cocina, os llevamos las bebidas, parimos a vuestros hijos, cuidamos a vuestras madres, nosotras que os damos clase, nosotras que estudiamos para curar vuestro cáncer, a nosotras…


Dejadnos vivir,

o vais a lamentarlo.