Poesía, literatura, pintura, viajes, historia del arte, medicina, política... Un poco de todo y un poco de nada.

lunes, 26 de julio de 2010

Charlas VI

Por ahora, las dos últimas; "operación bikini" está fresquita, recién escrita:



El amago

- Tienes que leer el último libro de este hombre – dijo ella mientras le tendía por encima de la mesita de café un libro de pastas negras gastadas, con el título impreso en letras doradas, que rezaba: BARCELONA INACABADA.
- ¿Barcelona inacabada? Como sea otra de tus novelas gótico-románticas de vampiros adolescentes, ya sabes dónde va a acabar – dijo él, soltando una carcajada.
- Que no, hombre – replicó ella con un suspiro – es una colección de historias cortas de personas muy grises en la Barcelona de mediados del siglo 20 – le miró, esperando la carcajada, pero no llegó, así que continuó – te recordará a tus años en Montjuic, la verdad es que el autor es un maestro de las descripciones.
Soltó el libro sobre la mesita de café y lo empujó hacia él con delicadeza. Éste lo miraba con creciente curiosidad, lanzándole a ella miradas de suspicacia de hito en hito. Tras unos instantes de tensión, él alargó la mano hacia el libro y acarició las pastas con la yema de los dedos. Abrió la mano sobre el libro como para cogerlo por el lomo, la retiró, y finalmente se decidió por un vaso largo de Coca-Cola y se lo llevó a los labios. Otra mirada de suspicacia, y dos carcajadas más.



Operación bikini

Ella volvió de trabajar un poco más temprano ese día; estaba contenta. Mientras subía en el ascensor, se miró en el espejo y se gustó enfundada en aquel vestido de lino verde y ligero. Entró en el piso y dijo, en voz alta:
- ¿Sigues vivo? ¡Espero que lo hayas preparado todo, o no llegaremos a la playa hasta la noche! – no obtuvo respuesta.
- ¿Estás ahí? – repitió – él le contestó desde su habitación, con voz plana: estoy aquí.
Ella entró en el cuarto y lo encontró mirándose al espejo. La cama estaba repleta de maletas y bolsos, y él estaba en bañador y chanclas.
- ¿Qué haces? – preguntó con un tono apremiante del que después se arrepintió. Él le devolvió la mirada, algo agobiada, y se puso una camiseta.
- Estoy harto de la operación bikini de las narices – dijo, algo enfadado – al final vamos a terminar todos con trastornos alimentarios.
- Vamos, no exageres. Tú estás en tu peso, sano y guapetón – dijo ella, mirándole a los ojos y sonriéndole.
- Eso ya lo sé – contestó – pero tengo estrías, demasiado pelo en el pecho y demasiado poco en la cara, los brazos flácidos y mis piernas no están muy torneadas, que digamos. Parece que ahora las playas ya no son playas, sino desfiles de moda o competiciones de halterofilia. – soltó un suspiro y se calzó unos zapatos cómodos para conducir.
- Eh, no te deprimas ahora por eso. – ella se acercó y le cogió suavemente de la barbilla – es el mismo cuento de todos los años, siempre igual. Luego, cuando estamos ya tirados en la arena, jugando a las palas o dando un paseo, todo eso te dará igual. – él alzó los ojos y le sonrió.
- Desde luego, que estúpido soy. Parezco un adolescente acomplejado.
- Con todos los anuncios y la presión mediática que existe sobre el tema de la imagen corporal, a todos nos ha germinado un adolescente miedoso y acomplejado en el fondo del corazón. – él suspiró, y replicó: me resulta bastante molesto, ¿cómo puedo matarlo?
- Yendo a la playa a comerte un enorme bombón helado – contestó ella, riendo con suavidad.

1 comentario:

  1. Son geniales, asquerosamente geniales. Sigues manteniendo esa situación de amistad tan liviana y sincera que permanece más allá de la definición de pareja o hermanos o matrimonio, simplemente deja fuera de lugar las etiquetas para estos dos jóvenes, que parecen tener entre 25 y 35 años y que, joder, cada día me caen mejor.

    Por cierto, CAFÉ, sigue dándole vueltas al café, me encantan los diálogos que se desarrollan sobre el vapor de un buen café.

    ResponderEliminar