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viernes, 13 de agosto de 2010

Todo lo bueno se acaba

Tras veinte días, el planeta Tierra ha vuelto a su órbita. El mundo se ha puesto cabeza arriba de nuevo, las aguas han vuelto a su cauce. Una pena, desde luego.

No voy a hacer una lista de todo lo que he aprendido, porque podría estar aquí hasta mañana. No tiene sentido decir que he aprendido a explorar los signos meníngeos, los grupos antibióticos, los tipos de anemia, la exploración del abdomen agudo...

Lo que sí interesa saber tiene más que ver con la práctica cotidiana que con la medicina entendida como diagnósticos y tratamientos. El trato diario con el paciente es lo más importante, sin duda; dar confianza, seguridad y una mano firme a la que agarrarse. Parece que no, pero el médico de familia es la primera línea de defensa, la primera etapa del sistema sanitario, el primer sitio al que todos acudimos cuando nos duele un poco la muñeca o nos ha salido un extraño lunar en el brazo. No quiero parecer más pretenciosa de lo que ya parezco, dado que apenas tengo recursos para hablar de este tema, pero sí diré que no creo que un neurocirujano (por decir alguno) oiga muchas veces frases como las que he oído a lo largo de estos veinte días de prácticas en la consulta: "si me falta usted, doctor, me falta la vida" "no sé como voy a pagarle todo lo que hace por mí", y sucedáneos. Poco más que decir.

Sobre todo, gracias a los dos individuos enfundados en sus batas blancas que me han acogido y ayudado, enseñado todo lo que han podido e invitado a café todas las mañanas (xD). Lo más importante que me han enseñado es que no me equivoqué. Es reconfortante haber encontrado mi vocación, mi sitio en este convulso y cambiante mundo.

1 comentario:

  1. Oh, me alegra decir esto de nuevo: Me alegro. Mucho.

    Sí señorina. No te has equivocado.

    Mi tío Mateo, el señor padre de mi señor primo Horas, es médico de familia. Es su pasión y su mayor orgullo. De joven, se debatía entre 'lo Medicino' y la Historia. Eligió Medicina por un cúmulo de factores. Pero cada día de trabajo se transmuta de pronto en un día extra de vida, de felicidad. O, tal vez, algo que le da impulso al sentido que le buscamos todos a la felicidad y a la vida.

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