Poesía, literatura, pintura, viajes, historia del arte, medicina, política... Un poco de todo y un poco de nada.

jueves, 19 de agosto de 2010

Cabaret III

Otro más ^^ :


III
Jan nunca habría imaginado que en un lugar podía haber tantos pasillos, todos tan parecidos entre sí y tan amplios. Llevaba en la mano su ficha identificadora, que sólo contenía cuatro números de información potencialmente útil, y no los entendía. Supuestamente, su habitación era la 1325. Parecía fácil encontrarla, pero él llevaba tres cuartos de hora buscando por aquellos pasillos clónicos sin ningún fruto. Se sentó en medio del pasillo, frente a la 1689, y suspiró, mirando su ficha con rabia.
- Esto no podría ir peor – dijo en voz alta.
Enterró la cara entre las manos y se frotó los ojos cerrados, intentando relajarse y centrarse. Un momento después, oyó una voz ronca a su lado:
- ¿Puedo ayudarte en algo?
Jan levantó los ojos y se encontró frente a un hombre anciano y desgarbado, con un ojo de cristal y el poco pelo canoso que le quedaba recogido en una coleta. A pesar de la apariencia general, que podía no ser muy agradable, el hombre desprendía una sensación de inocencia y disposición.
- Pues… - Jan vaciló un momento. Al final reparó en el uniforme naranja que llevaba el anciano, y supuso que debía ser un bedel – la verdad es que sí. No encuentro mi habitación, y llevo tres cuartos de hora buscando.
- A ver, ¿me enseñas la ficha? – contestó el hombre. Jan se levantó y se la extendió.
- Es la 1325, no tengo ni idea de…
El bedel levantó los ojos de la ficha con una mirada inquisidora e incrédula. Bajó los ojos a la ficha y volvió a mirar a Jan, esta vez de arriba abajo y analizándole. Al final, soltó una carcajada. Él no entendía por qué, pero si algo había aprendido en la última hora de su vida era que tenía que olvidar todo lo que sabía hasta entonces.
- Tú no eres de la ciudad, ¿verdad?
- No… - respondió Jan – vengo de… - vaciló – un pueblo de por aquí.
- Cómo se nota – el bedel soltó una carcajada, y le extendió la mano a Jan – me llamo Samuel, pero todos me llaman señor S.
- Encantado – Jan le dio la mano – yo soy Jan.
- Vale, Jan. Lo primero que tienes que saber es que estás en la sexta planta y tu habitación está en la tercera. ¿crees que sabrás llegar solo?
- No – Jan soltó una risita – ni hablar.
Samuel miró a Jan en completo silencio durante unos instantes, soltó una carcajada y agarró la maleta del muchacho.
- Anda, acompáñame.

1 comentario: