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martes, 17 de abril de 2018

Vida en monodosis

Las ventas de pañales para bebé bajan, bajan y bajan en picado.
Ya nadie compra pan de molde en formato "familiar".
Nadie quiere el "dos por uno, ahorre y llévese producto para toda la familia".
No queremos monovolúmenes, con sitio para las sillitas de los niños, no queremos sofás de cuatro plazas ni grandes mesas de comedor.
No queremos tres sombrillas de playa, diez sillas, las toallas para todos los chavales, las neveras hasta arriba de sandía, latas de fanta llenas de arena y una montaña de bocadillos desiguales.
No queremos excursiones con los primos, ni "habrá que coger los otros coches, porque si no, no cabemos todos".
No queremos ofertas de la vuelta al cole, treinta lápices de colores por el precio de veinte, cinco cuadernos con cuadritos grandes y cinco cuadernos con cuadritos pequeños por un precio increíble, no queremos dos mochilas con ruedas por el precio de una.
No queremos a la abuela teniendo que traer taburetes del sótano para que quepamos todos, ni la mesa de los niños en Nochebuena llena a reventar, no queremos el "juntaos un poco más, que los de los lados no salís en la foto".
Ya no queremos cafeteras italianas de ocho tazas de café ni grandes ollas para hacer guisos.

Ahora, queremos incansables el silencio.

Queremos auriculares para ir siempre aislados, sí, más aislados todavía. Ni cuando andamos por la calle solos y rodeados de gente sola queremos ni rozarnos.
Coches de dos plazas y el bolso en el asiento del copiloto.
Prepara una muda y una camiseta limpia y listo, ya está hecha la maleta en dos minutos.
Mesa para uno al fondo del restaurante, sí, en la mesa de detrás de la columna, para que nadie nos vea. Media ración de esto y otra media de aquello, que yo con eso voy bien, el menú es demasiada comida para uno solo.
Paquetitos de azúcar con sólo un terrón.
Tortilla de patatas envasada para uno. Bricks de zumo de naranja para llevar, listo para tomar, contiene una ración. Pack divisible. Cápsula de café directa a la taza, en un momento, sin problema, sin perder tiempo.
Sólo un cepillo de dientes en el lavabo. Sólo un peine. Sólo una toalla colgada de la puerta. Una ducha pequeñita, para qué quieres más. Cama de noventa, una almohada, una manta, un armario todo para tí, no tienes que compartirlo con nadie.
Tómate un sándwich y una coca - cola en cualquier sitio y entretente, que más da si llegas tarde a casa, si nadie te espera.
La cama fría, la casa a oscuras. La paz medio vacía. La incómoda comodidad.

Y cuando, más tarde o más temprano, te llegue la hora y se apaguen tus coronarias, te quedarás tirado en la cama, cada vez más frío, cada vez más rígido, y tu móvil puede que vibre con la llamada preocupada de algún amigo, o algún mensaje, pero nadie se preocupará hasta que pasen días porque "igual, si vive solo, estará liado con algo".

Y te irás como viviste: solo.





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