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domingo, 4 de enero de 2015

La balsa de la medusa (Guericault).

Hoy quiero hablaros de un cuadro que no es sólo un cuadro, sino también una historia terrible. En una de mis decenas de visitas al Louvre el año pasado, mis pasos me llevaron a él y me cautivó. Podría decir que fue mi cuadro favorito de todo el museo. Esta es la fantástica tela (click para verla más grande):




Se trata de un cuadro del francés Guericaul, pintado en 1819. Es una pintura imponente, uno de esos grandes formatos que tanto gustaban a los neoclásicos y románticos franceses, y no deja indiferente. Se trata de un cuadro de estilo romántico, como ya he dicho, y en sí mismo constituye una ruptura con la armonía que reinaba en las pinturas neoclásicas hasta aquel momento. La obra fue terriblemente polémica, tal y como el autor había previsto, y con ello se considera hoy día como uno de los gérmenes de la pintura romántica francesa.

A nivel técnico está ejecutada con una maestría deliciosa. Al mirarla con la vista desenfocada, lo que vemos es una pirámide que asienta su base en un mar enardecido. No hay punto de fuga ni simetría, sino ese mar de cuerpos que se amontonan agónicos sobre la precaria balsa. El cuadro es angustioso, sólo hay que fijarse en que el primer plano lo forman cuerpos muertos.

Bueno, ¿y de qué trata el cuadro? Como casi siempre, es un ejercicio interesante pensar qué nos evoca antes de comprobar que efectivamente se trata de eso. A mí, en un primer momento, me evocó un barco ajado siendo atacado por algún monstruo marino cuya ausencia en la imagen lo hacía incluso más terrorífico. Sin embargo, no se trata de eso: el cuadro narra el naufragio de la fragata francesa Méduse, que encalló frente a la costa de Mauritania el 5 de julio de 1816. Fue un episodio terrible que escaló hasta ser un escándalo mundial, y marcó un antes y un después en la historia naval de Francia. En aquel naufragio se sucedieron la traición más terrible, la locura, la muerte y hasta el canibalismo. El texto que sigue es un resumen de un blog de arqueología naval que aparece más abajo.

La fragata real Medusa había abandonado puerto francés el 17 de Junio de 1816 para navegar hasta San Luis en Senegal. Era considerada como uno de los navíos más modernos y rápidos de la marina Francesa. El objetivo era tomar posesión de la colonia de África, que Inglaterra había restituido a Francia. Para esta misión buscaron, como solía suceder por cuestión de protocolo, un barco flamante. A bordo se encontraban el nuevo gobernador de Senegal, junto a su familia, el personal administrativo que le acompañaría en su nueva misión y un batallón de infantería de marina; lo normal para una misión de protocolo de la época.
En el castillo de popa de la Fragata Meduse
En el castillo de popa de la Fragata Meduse

Detalle de la cubierta de la Fragata francesa Medusa
Detalle de la cubierta de la Fragata francesa Medusa, se pueden observar la línea de baterías de cañones que fueron objeto con posterioridad del naufragio, de su necesario rescate.

El capitán, un aristócrata llamado Hugues Du Roy de Chaumereys, fue nombrado al mando de la fragata por los borbones cuando sustituyeron a Napoléon, como recompensa a su fidelidad. La impericia del capitán fue uno de los factores determinantes en el naufragio; el señor Du Roy no tocaba madera de navío y salitre desde hacía años.
Se encontraban entre las islas Canarias y Cabo Verde. Al salir de Tenerife, el capitán de la nave decidió navegar a toda velocidad, dejando atrás a los barcos que lo acompañaban. La corbeta Echo le seguía a poca distancia, enviándoles señales luminosas de precaución. Fue en vano. A pesar de que el agua se iba poniendo cada vez más turbia, debido lógicamente a la cercanía del banco de arena, la nave de Du Roy seguía con su velocidad constante. Ante la situación, el alférez Maudet se horrorizó y se dispuso a sondear profundidad. También pidió disminuir la velocidad de la nave. Ante la pérdida de nudos, el capitán Du Roy decidió tomar el mando ostensiblemente. Y así, con seis brazas de profundidad, y metidos de lleno en el banco de arena,  se escuchó desde el castillo de popa un ¡todo a derecha! del aristócrata. Y llegó lo inevitable. A consecuencia de los errores de navegación y la negligencia, la fragata encalló en el banco de Arquin (el cual se encontraba posicionado perfectamente en las cartas náuticas de la época). Y así, el barco naufragó un día de buena visibilidad y con la mar en calma. 
La nave quedó entonces varada a merced de la fuerza de la mar y del viento. Tras el accidente, comenzaron a aligerar la nave, para permitir que el casco  aflorase a superficie. Y lo consiguieron. Pero sucede que en esas aguas costeras del Sahara abiertas al Atlántico suele predominar una mar de fondo de Poniente. De manera que cuando la Medusa flotó en superficie, las grandes olas la empujaban hacia el levante. Estaban atrapados. La nave se adentró aún más en la extensión del banco de arena. Desde aquel momento, comenzó la tragedia.

Derrota de la corbeta Echo y de la Medusa por las costas de Africa.
Grabado sobre el momento del abandono de la Fragata Medusa, por medio de la balsa improvisada. Observese los mástiles de la fragata. Cortados para constuir la estructura de la balsa
Grabado sobre el momento del abandono de la Fragata Medusa, por medio de la balsa improvisada. Observese los mástiles de la fragata. Cortados para constuir la estructura de la balsa
En la cubierta de la Meduse se plegaron las velas, que hasta el momento se encontraba abiertas a todo trapo. Tras los intentos desesperados de desencallar, se produjo la entrada de las primeras aguas en las cubiertas de la fragata. Entró en tromba,  rompiendo los remaches de hierro y dejando a la nave sin timón. Aquella situación alarmó a todos, aunque en realidad ya se encontraban sin retorno. Tras aquella situación, el capitán de la nave, ordenó el abandono de la misma. Ahora faltaba elegir quienes iban a poder salvarse. 
Secretamente el capitán y sus oficiales eligieron a los privilegiados; a los soldados y a las personas con menos influencia les tocó la peor parte, como siempre suele ocurrir. En medio de una gran tensión se produjo el abandono de la nave: la marinería silbaba y abucheaba al capitán aristócrata cuando abandonó la nave. Por su responsabilidad habían embarrancado en aquel lugar, por su inconsciencia y por su mediocridad, y ahora veían como era el primero en abandonarla. No se limitó a esto la cobardía del capitán, sino que incluso cuando tuvo que testificar dijo que “los que se quedaron en la nave, lo hacían por el pillaje de la misma”. 
En la huida, el coronel gobernador ocupó el batel, el capitán Chaumereys uno de los botes y sus oficiales el otro, junto a  la falúa y la chalupa. Muchos de estos, aún se encontraban sin calafatear, debido a la nueva factura de la fragata. En esas condiciones apenas podrían llegar a la línea de costa, pero no tenían alternativa. La mayoría de los marineros y pasajeros y algunos soldados, así como casi todas las mujeres y niños, se acomodaron entre las cinco embarcaciones. Pero quedaron casi 150 personas sin espacio en los botes salvavidas. Para todos ellos, la única posibilidad de abandonar la nave estaba en una balsa enorme que un tripulante había construido de manera apresurada y urgente. Los flancos de la balsa eran los mástiles de la fragata ya difunta. Aquel improvisado salvavidas medía 20 metros de largo por 7 metros de ancho. 
Planimetría de la balsa. Se la bautizó como "La Machine". En realidad se convertiría en un verdadero escenario par un drama.
Planimetría de la balsa. Se la bautizó como “La Machine”. En realidad se convertiría en un verdadero escenario par un drama.

Así, se apresuraron 147 personas a entrar en la balsa. Les acompañaron 5 barricas de vino y 2 de agua. El sistema ideado era bien sencillo: los botes tirarían, penosamente unidos mediante cabos, de la improvisada balsa. Parecía factible, e incluso desde los botes se juró que no serían abandonados. 
Al cabo de unas pocas horas se produjo la traición. Se soltaron, o alguien cortó los cabos que unían a los botes con la balsa, ya que era imposible gobernarla desde los botes. 
El 7 de julio era domingo. Los náufragos, que en su mayoría eran soldados, pasaron el día primero abatidos, luego enfurecidos por el abandono. El testimonio de Savigny, era claro: "no podíamos creer que nos habían abandonado hasta que dejamos de ver los botes , y entonces caímos en una profunda desesperación”. 
Grabado contemporáneo de la balsa de Medusa. Junto al grupo de soldados, el oficial Dupont.
Grabado contemporáneo de la balsa de Medusa. Junto al grupo de soldados, el oficial Dupont.

Para colmo de males, la mar estaba hasta ese momento serena, pero empezó a empeorar. A lo largo de la primera mañana, dos jóvenes y un panadero se suicidaron tirándose al mar. Después de doce días llenos de calamidades, avistaron el buque francés Argus en el horizonte, sólo para verle desaparecer en la lejanía justo después. Al amanecer del día trece bajo el sol de África Occidental, los reencontraron en alta mar.
Aquella balsa  de la fragata Medusa estaba sembrada de muertos y moribundos. Los testigos de aquel rescate no pudieron olvidar nunca aquella visión. Embriagados por el vino (la única bebida que tenían) y enloquecidos por la desesperación, llevaron a escena un espectáculo dantesco. En los días en los que estuvieron a la deriva, se comieron hasta el cuero de los correajes, las bolsas de munición y las vainas de sus armas. Se comieron hasta sus sombreros. Apiñados en la balsa, de pie, fueron luchando unos contra otros. Y así fueron cayendo día tras día. En la balsa se desencadenó la lucha por la supervivencia; a empujones, o a machetazos. Los 147 náufragos disponían de una sola caja de galletas que se acabó en el primer día. La reserva de agua cayó la primera noche por la borda, quedando tan solo algunas barricas de vino para beber. Pero lo peor estaba por venir. 
La pugna no se lidió por las galletas o el vino. La lucha por la supervivencia se dio para conseguir los mejores lugares, para no caer al agua. Al fin y al cabo, para sobrevivir; todos intentaban colocarse en el centro. Y en aquella locura diaria, al cabo de una semana no quedaban a bordo más de 28 supervivientes.Tras aquellos días de salvaje y despiadado sol, el cúlmen del horror sobrevino: amputaron los miembros a los cadáveres de sus compañeros de balsa, colgaron los trozos de carne humana en tiras para que se secaran al sol y pudieran ser más comestibles, bebieron su propia orina y lanzaron por la borda a los más débiles para conservar el poco vino que quedaba. 
“Todos estaban gravemente heridos y habían perdido la razón - escribió después uno de los supervivientes - Tras una larga discusión, decidimos tirarlos al mar". Al cabo de dos días, los pasajeros de la balsa de la Medusa se vieron a completar la ración de vino con agua salada y orina, y al tercer día ya aparecieron casos de canibalismo. “Aquellos que habían conservado la vida se lanzaron avidamente sobre los cadáveres que cubrían la balsa. Los cortaron en trozos e incluso algunos los devoraron inmediatamente. Una gran parte de nosotros rechazó tocar aquel espantoso alimento, pero finalmente cedimos a una necesidad que es más fuerte que cualquier humanidad. Veíamos aquella horrible comida como un medio deporable y único de prolongar nuestra existencia." 

Detalle general de la pintura. Los supervivientes posaron para pintura.

Detalle de la esquina inferior izquierda del cuadro. La composición artística del cuadro supone un importante valor técnico. En el cuadro se omite la crudeza del canibalismo y de la carne hecha jirones de la balsa. A pesar de tener el importante valor de servir como documento gráfico” que denunciaba un hecho reciente, carece del realismo de las pieles quemadas por la acción del sol. Hecho que contrasta con las pieles pálidas de estos naúfragos.

Detalle del cuadro de Gericault en el momento en el que aparece el mastil del Argos. El carácter realista de la pintura, hace que incluso apenas se pueda ver el barco entre las olas.
Detalle del cuadro de Gericault en el momento en el que aparece el mástil del Argos. El carácter realista de la pintura, hace que incluso apenas se pueda ver el barco entre las olas. Nave que por cierto volvía, como ocurre en otros naufragios, para recuperar la caja de caudales (en los cuales se encontraban 90.000 francos) y los restos de las baterías de cañones).

A los trece días del naufragio, la balsa fue rescatada por la nave Argus (por pura suerte, ya que no hubo ningún intento de búsqueda de la balsa por parte de la marina francesa). Esta nave volvía para recuperar la caja de caudales y los restos de los cañones de la Méduse. Encontró a los supervivientes desquiciados, desnutridos y al borde de la muerte y la locura. Sobrevivieron diez hombres.  

La pintura, casi fotográfica, es un documento valiosísimo de lo que allí sucedió, a pesar de que omite algunos detalles terribles como la carne hecha jirones colgada de los mástiles. Savigny aparece representado a la derecha del mástil, aún con su uniforme. De hecho, los mismos supervivientes posaron en el estudio para la realización del cuadro. Eugène Delacroix posó para el cuerpo que aparece tumbado boca abajo en la balsa. 
Los cuerpos que aparecen muertos en el primer plano no salieron enteramente de la imaginación de Guéricault; los pidió a la morgue y los conservó en su estudio mientras trabajaba en la pintura. Los usó como modelos, tanto de la posición como del color de la piel; otro detalle que añade aún más oscuridad al cuadro. Otro detalle curioso y terrible reside en el tamaño de la nave salvadora, la Argos. Aparece representada como un punto muy distante en el horizonte, pareciendo casi que los supervivientes hacen señas a algo inexistente. Si observamos la vela de la balsa, nos damos cuenta de que el viento sopla en una dirección que no acerca precisamente la balsa al barco: hacia la izquierda, en sentido contrario al de la lectura; el viento sopla hacia la muerte. 
Espero que os haya gustado este análisis y que estéis tan conmocionados como yo. ¡Pronto, más!

FUENTES: 
http://abcblogs.abc.es/espejo-de-navegantes/2014/04/26/la-maldicion-de-la-medusa-el-naufragio-mas-terrible-de-la-francia/
http://es.wikipedia.org/wiki/La_balsa_de_la_Medusa

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