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domingo, 17 de octubre de 2010

Las modas de los que no seguimos la moda

Vivir con arreglo a un puñado de ideas o principios es útil, desde luego. Si eres un ser cuadriculado y fácilmente confundible como yo, suele ayudar a no perder la cabeza. Pero el problema viene en cuáles son esos principios.

Aunque no lo creas, existen modas dentro de la periferia del sistema.
Vive cada día como si fuera el último.
Disfruta del ahora, el futuro es demasiado incierto.
No hagas planes.
No sigas las normas (¿qué normas? No me engañes dándome una norma que me dice que no siga las normas).
Sé distinto (¿distinto a quién?)
Acuéstate cada noche sin haberte dejado nada en el tintero.
La época de universitario es la mejor; no estudies, fuma porros en clase y falta siempre los viernes.

Y así podríamos seguir con un largo etcétera, elaborando algo que podríamos llamar "La Biblia de los Ateos". Lo siento, pero no estoy de acuerdo con casi nada. ¿Porqué luchamos contra los cánones y dejamos que nos invadan por la puerta de atrás? No hablo ya de la ropa; uno puede llevar un palestino porque le abrigue o porque lo lleven todos los demás. Hablo de la vida en general, del día a día. De decidir.


Lo siento, pero no me dejaré llevar por estas cosas. En ninguna ley está escrito que haya que salir todos los jueves y ponerse hasta el culo, potarlo todo y hale, qué buenos somos. Cuando voy por el tuenti y veo a esos supuestos "alternativos", "diferentes", en fotos haciendo botellón (eso sí, con chapitas en los vaqueros), pienso ¿no sois iguales que la masa?. Me diréis: esos no son alternativos, son flipados. El problema es que no es así, son gente buena que escribe bien y tiene una opinión formada sobre el mundo. ¿Porqué joderlo todo, entonces, siendo como los canis a los que tanto criticamos?


Yo sólo digo que poca gente podrá experimentar el placer que siento yo una noche cualquiera en el colegio mayor, los pasillos en silencio porque todo el mundo está de fiesta, y yo me dedico a jugar al ordenador en la cama de alguna gemela. O intentando poner una peli en la tele del Anzur. O desayunando con los ojos pegados cinco minutos antes de que cierren. Y, el placer más absoluto, lo siento por los que se rían de esta frase, en clase. Aprendiendo. Formándome, para ser un médico de provecho en un futuro, para poder ir a África y curar a unas pocas decenas de niños. Lo siento, pero yo sí que me preocupo de mi futuro. No consiento que me metan en la generación NI-NI , porque no lo soy. Si a alguien le parece que esto es una pijada, que estoy desperdiciando mis años de estudiante, que le follen. La felicidad es hacer lo que te guste y hacerlo porque te gusta.


Estoy harta de clichés.

3 comentarios:

  1. Somos unos animales que no sólo buscamos adherirnos a un grupo o participar de unas costumbres y cánones, sino que en ausencia de éstos los construimos sin problema. La normalidad dentro de lo normal es, simplemente, de lo más normal.

    Y sí, yo ya puedo decir que he ido de botellón. Pero también puedo decir que me he pasado noches enteras jugando con otros engendros subproductos de la sociedad para ir a desayunar los primeros y acostarnos para levantarnos a la hora de comer. Eso no es muy normal... Uno de mis placeres máximos es pasar unas horas con mis mejores amigos, demoliendo y apoyando diferentes teorías y opiniones al abrigo del humo de una taza de café. El café es un producto sumamente masificado. Las tertulias con aroma a café, algo profundamente arraigado en la sociedad occidental. ¿Cliché? Pues tal vez, y tal vez la Escuela de Bohemia sea una copia barata, la sombra de una falsificación maltrecha, una imitación de otro conjunto de cánones y clichés tan alternativos y minoritarios que son absolutamente normales pero, la verdad, no me importa.

    Tal vez dentro de un mes vista polos de Lacoste o collares de pinchos o chupas vaqueras. ¿Me podrán llamar pijo, o heavy, o gótico? Es posible, ¿pero de qué manera me pueden etiquetar ahora? Freaky siniestro, tal vez... demasiado vago. Escapo un poco de las etiquetas, más aún tú. ¿Pero qué pasaría si mañana terminamos encasillándonos en un estilo, en una forma de mostrarnos identificable? Nos podrán etiquetar, pero cuando nos conozcan mejor no habrá huevos de asociar nuestras formas de pensar con la del resto de gente común. No somos superiores, pero sí diferentes, creo yo, de lo que usualmente puedes encontrar por ahí.

    En resumen, dudo sinceramente que a estas alturas nuestra forma de ser tienda a encapsularse en alguna de estas pseudotribus urbanas. Tal vez sí en las pintas, tal vez sí en la música o las palabras. Los demás lo hacen, sí, pues bien por ellos. Pero me apenan los traidores, los que traicionan su forma de pensar por la vanagloria de un grupo, los que podrían disfrutar con la soledad de los pasillos pero van al botellón por la fuerza de la mayoría, eso es lo deprimente. Pero parece que no se dan a conocer...

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