Os contaré un pequeño cuento.
Son las 13.09 de la tarde del 3 de diciembre. En en centro de control aéreo de Torrejón de Ardoz, en Madrid, (uno de los dos centros neurálgicos del control del espacio aéreo junto con Mallorca), el controlador aéreo Pedro López García levanta los ojos de la pantalla y recuerda el día en el que lo que en ese momento iba a pasar se acordó. Traga saliva, se levanta y pone su mejor cara de enfermo. Va al supervisor: Jefe, no me encuentro muy bien... - enmudece y corre hacia el baño haciendo aspavientos. Hace como que vomita y, al salir del baño, el supervisor le permite volver a casa a recuperarse de la indisposición.
Escenas como esta se repiten a lo largo y ancho de todo el país. Los controladores se levantan de sus sillas y se marchan a sus casas. Algunos controladores algo más sensatos llaman al orden a sus compañeros, pero no surte efecto.
Mario está en el aeropuerto de Málaga, con su pequeña maleta. Está nervioso, deseando subirse al avión y llegar a Londres, donde sabe que sus dos hijas (Marta y Ana) le están esperando. Ayer habló con Ana, la pequeña, de sólo 4 años, y le dijo que su número favorito es el 0. "¿Por qué, cielo?" dice Mario. "Porque faltan 0 días para que vengas, papi". Mario sonríe y ocupa su sitio en el avión.
Ha pasado media hora, y el avión no despega. ¿Qué está pasando? La gente, dentro de ese cilindro metálico, empieza a ponerse nerviosa. La azafata pide tranquilidad, y su maquilladísimo ceño empieza a fruncirse. Mario se revuelve en el sillón; no sabe que, dentro de cinco horas, estará tirado en un hotel de Málaga, solo, echando de menos a sus pequeñas.
[esto último es un caso verídico y cercano]
Martina está en Barajas. Ha conseguido llegar a la terminal después de sortear miles de colas y grupúsculos de personas con su silla de ruedas motorizada, siempre tan trastornante. Busca a una amable chica vestida con un chaleco reflectante, del servicio de ayuda a discapacitados, para moverse a una silla de ruedas del aeropuerto y facturar su "Vespa", como ella la llama. La nueva silla es más incómoda, no tiene motor y le da frío en los riñones, pero no le importa. Está feliz porque podrá ver, por fin, a su madre; tras cuatro horas de avión, pero la verá. Ya ha facturado su maleta y se dirige a la puerta de embarque. Pasan tres cuartos de hora, ¿qué ocurre? la gente está agitada. Busca a una de esas chicas tan amables, pero no puede encontrarla. Está en medio de la T4 de Barajas, sin sus analgésicos y sin su Vespa, y sola.
Supongo que a estas alturas ya sabréis de lo que os hablo. Ayer, 3 de diciembre, los controladores aéreos españoles abandonaron sus puestos de trabajo. Dejaron los cielos españoles vacíos, justo al empezar un puente de 5 días (como mínimo), y a 300.000 personas abandonadas y desamparadas en los aeropuertos españoles. Todo ello, ¿porqué? supuestamente, en protesta al nuevo modelo de gestión aeroportuaria del gobierno. Es decir, que hace unos meses les bajaron el sueldo y les aumentaron un poco las horas de trabajo. Y diréis: ¡coño! ¡que hagan huelga entonces! Pues no. De media, ganan 30.000 euros AL MES y trabajan 7h A LA SEMANA.
La consecuencia principal de esto, dejando aparte la gente afectada, es que el espacio aéreo se ha militarizado. Ahora, los controladores están bajo las órdenes del mando militar. Esto implica que las consecuencias del absentismo laboral serán muchísimo más duras. Y en esta guerra, son siempre los ciudadanos los que pierden.
Os emplazo a que leáis la noticia por ahí; mis fuentes hasta ahora son la cadena SER, el canal 24h noticias de la 1 y la CNN.
Indignante. Un grupo de privilegiados han tomado el control de la vida de más de un cuarto de millón de ciudadanos. Una puta verguenza.
Y encima, en Londres están a -7ºC, con otros muchos vuelos cancelados por la intensa nevada que azota el país desde hace un par de días.
Opiniones? Aunque creo que en esto estamos todos de acuerdo xD
Os dejo algunas noticias, ahora a las 1.18 del 4 de diciembre.
http://www.cincodias.com/articulo/empresas/Gobierno-envia-militares-controlar-aeropuertos/20101203cdscdsemp_11/
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/12/03/madrid/1291414186.html
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