Gris y negra puesta en pie,
acaricio con los dedos la esperanza muerta.
La vergüenza de esta yo que no seré
los relojes que me dejo tras la puerta.
Ni un solo momento, ni un segundo odiado
de este llanto roto y agotado,
tierno y delicado que me cala.
Este llanto que me cala.
Esta luz se apaga,
como se apagan las desdichas que no narras,
como se apagan mis canciones que no acaban.
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