Guárdate ya tras los labios esa lengua de alabastro,
brillante y breve, translúcida como la miel
Guárdate todo lo que tengas que decir si no es bello,
tus filos de navaja y esos golpes de hiel.
Guárdalo todo, que de tí
quiero nada más que tu piel.
Y si no te la quieres guardar, clávamela en el cuello
que me muero contigo y junto a tí me muero.
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