Bueno, intentemos retomar el blog después de dos o tres años de sequía, así, de forma natural, que no se note...
Bueno, pues hemos estado de viaje, y ha sido bien bonito y provechoso. Os digo también que yo pensaba que había descubierto una joya escondida e ignota en el claustro de este monasterio del siglo XVI, y resulta que hay hasta tesis doctorales sobre las gárgolas que lo decoran, que son una auténtica maravilla. Hasta Bécquer las pintó y las plasmó:
“Un día entré en el antiguo convento de San Juan de los Reyes. Me senté en una de las piedras de su ruinoso claustro y me puse a dibujar. El cuadro que se ofrecía a mis ojos era magnífico. Largas hileras de pilares que sustentan una bóveda cruzada de mil y mil crestones caprichosos; anchas ojivas caladas, como los encajes de un rostrillo; ricos doseletes de granito con caireles de yedra que suben por entre las labores, como afrentando a las naturales; ligeras creaciones del cincel que parecen han de agitarse al soplo del viento; estatuas vestidas de luengos paños que flotan, como al andar; caprichos fantásticos, gnomos, hipogrifos, dragones y reptiles sin número que ya asoman por cima de un capitel, ya corren por las cornisas, se enroscan en las columnas, o trepan babeando por el tronco de las guirnaldas de trébol; galerías que se prolongan y que se pierden, árboles que inclinan sus ramas sobre una fuente, flores risueñas, pájaros bulliciosos formando contraste con las tristes ruinas y las calladas naves, y por último, el cielo, un pedazo de cielo azul que se ve más allá de las crestas de pizarra de los miradores a través de los calados de un rosetón.”
(Carta IV Gustavo Adolfo Bécquer)
Yo ya no soy estudiosa de nada, así que no me extenderé. Pero las gárgolas siempre han sido un elemento que me ha generado increíble curiosidad, y parece que por más que leo nunca sé suficiente sobre ellas, sobre el simbolismo que las rodea y sus significados. Me pierdo mirándolas y pensando en si nuestros yoes medievales las hicieron así con un afán sólo lúdico o decorativo, si no son más que una forma compleja de adornar o una especie de broma a través de los siglos.
Dos obras excelentes para empezar a entender sobre gárgolas son el de Dolores Herrero y el de Alejandro Vega. A ellos os remito, y os dejo para imaginar las fotos que saqué esta semana santa en este claustro tan sorprendente. La iglesia del monasterio, anexa al claustro, otra visita sorprendente, quizás para otra entrada.
|
Monje con barba estratégica |
|
Un ángel con un pergamino |
|
Dragón - perro con alas |
|
El gaitero |
|
Un búho majestuoso |
|
León alado |
|
Dragón |
|
El monje con barba, cruz y manos unidas. Maravilla |
|
El bufón cabeza abajo. Simplemente delirante |
|
El aguador |
|
Ojo al detalle de la pierna derecha |
|
Otra perspectiva del monje |
|
Atención a las manos y al volante de la cintura |
|
Arcos |
|
Un rincón sombreado |
|
Capiteles |
|
Detalles de volutas |
|
Otro rincón monacal |
|
Más capiteles |
|
Ritmo en la estructura |
¡Gracias por volver!
Hasta la próxima
REFERENCIAS
- Dolores Herrero: https://doloresherrero.com/
- Alejandro Vega Merino, 2007: https://toledo-escondido.com/libros/2%C2%BA-las-gargalos-de-san-juan-de-los-reyes/